Voy a pasarmelo mejor


Cuando alguien con solo 23 años se atreve a dirigir una secuela de un musical juvenil que funcionó casi por arte de magia… lo mínimo que puedes hacer es sentarte, abrir bien los ojos y prepararte para que te sorprenda. Y vaya si Ana de Alva lo consigue. Con descaro, ritmo y mucha inteligencia emocional, esta joven directora malagueña ha logrado convertir una historia que parecía cerrada en un nuevo capítulo lleno de color, música y adolescencia desatada.
"Voy a pasármelo mejor" no es una simple continuación de Voy a pasármelo bien; es una evolución. Los críos han crecido, sus voces han cambiado, sus corazones también. Ahora son adolescentes en un campamento de verano, y aunque algunos todavía no se aclaren con eso de ligar (ni de vivir), hay una energía brutal en cómo se plasma cada paso, cada tropiezo y cada subidón hormonal en esta aventura entre mosqueteros hormonados y primeras veces.
Ana de Alva dirige con una seguridad que descoloca. Travellings circulares que marean en el buen sentido, pantallas partidas, giros narrativos con personalidad y decisiones de puesta en escena que nos hacen pensar: "Vale, esta tía va en serio". Y lo mejor es que no tira de nostalgia porque sí, porque ella ni siquiera vivió los ochenta. Lo suyo es más complejo: logra que quienes crecimos después de esa época también conectemos, y quienes la vivieron, suelten una lagrimita (o varias) en silencio mientras sonríen.
La música aquí no se queda en los hits de Hombres G. Se cuelan Duncan Dhu, Miguel Bosé, Antonio Vega… y hasta Chimo Bayo. Una mezcla rarísima sobre el papel, pero que funciona en pantalla como una playlist emocional perfectamente calculada. Y sí, hay coreografías, pero también silencios. Hay canciones, pero también miradas. Hay humor, pero también verdad.

Y hablando de verdad: Rodrigo Gibaja. Señoras, señores, criaturas del multiverso: este chaval se come la pantalla. Literal. Desde el primer plano en el que aparece, ya sabes que algo va a pasar. Tiene una chispa que no se enseña en ninguna escuela de interpretación, y una naturalidad que convierte cada frase en oro. El famoso "te sales, minerales" cobra vida propia en su boca. Si esta peli tuviera que sostenerse sobre un solo hombro adolescente, que sea el suyo.
El guion de David Serrano y Luz Cipriota apuesta fuerte al poner todo el peso sobre los personajes jóvenes. Apenas hay adultos rondando por ahí (salvo alguna aparición con sabor a cameo), y eso le da a la película una frescura poco común. No es una comedia americana al uso, sino una especie de Linklater con mallas de colores y camisetas sin mangas, donde todo parece mentira pero todo se siente real.
¿Es "Voy a pasármelo mejor" una película perfecta? Pues no. Pero es valiente. Es de esas películas que no temen ser lo que son, aunque eso implique ser una rara avis en el panorama español. Y solo por eso, por el atrevimiento, por ese "me lanzo sin red" que destilan sus fotogramas, ya se merece una ovación.
Y si no te convence… igual es que hace mucho que no te enamoras del cine.
Por Manu G Carrasco