Pues a ver, que os explique…

Como director de La Cantina de Arkham, en estos últimos años he vivido en primera fila un fenómeno curioso. Resulta que, poco a poco, las grandes productoras y distribuidoras —sí, Disney, Warner, Universal y demás no os escondáis, que os estoy mirando— han ido dejando de lado a medios pequeños como el nuestro. ¿Para qué? Para dar paso a creadores de contenido.
Y que conste: yo con los creadores de contenido de cine, cero problema (además conozco a muchos y me caen genial). Si saben de lo que hablan, bienvenidos sean. Pero ya sabéis de qué tipo de contenido hablo... el de la foto de la alfombra roja, el selfie con la entrada y el "qué ganas tenía de ver esta peli" que luego nunca lleva a una crítica, ni buena ni mala. Nada. Postureo en 4K.
Mientras tanto, los medios como el nuestro —sí, esos que todavía escribimos reseñas, entrevistamos (o lo intentamos), editamos vídeos y malvivimos con una pasión enfermiza— tenemos que hacer malabares. Porque sí, amigos, esto no nos da para vivir. Tenemos curros de verdad, de los que pagan facturas. Y cuando programan pases de prensa a las 10 de la mañana entre semana, pues pasa lo que pasa: que no podemos ir. Así que acabamos pagando nuestra entrada (que, oye, tampoco está mal apoyar el cine), pero aún así escribimos la crítica. Porque hay que cumplir con nuestros lectores, con la gente que sí nos lee.
Pero, claro, como nuestros números no son "útiles", nos borran de sus bases de datos. De un plumazo. Sin miramientos. Y no hablo solo de La Cantina, que esto le pasa a muchos compañeros. Lo triste es que nos piden cifras, engagement, comunidad… pero no nos dan las herramientas ni el espacio para crecer con sus propias películas. Es el círculo vicioso de siempre.
A veces dan ganas de echar el cierre, de decir: "hasta aquí, majos, que nos vamos". Pero entonces te llega esa película pequeña, esa joyita escondida, que si no fuéramos prensa jamás habríamos descubierto. Y ahí vuelves a respirar hondo y a decir: "venga, una más".
Y, oye, también están las personas. Porque si algo tiene este mundillo, es que acabas haciendo amigos por el camino. Compañeros de prensa que sudan contigo en cada alfombra roja, actores y actrices que te regalan charlas con más verdad que mil notas de prensa, directores que te abren su universo sin pedir nada a cambio… Eso también llena. Y en nuestro caso, muchas veces, es lo que realmente nos empuja a seguir. Por ellos y con ellos.
Con las organizaciones, lo peor, lo que más quema: que cuando sí cuentan con nosotros, es solo para hacer fotos. Que, sinceramente,no nos sirven de mucho. Fotos que podrían hacer ellos, o cualquiera con un móvil. Pero cubrir el evento, entrevistar, reseñar… eso ya no interesa. Eso ya no da likes.
En fin, muchos estamos hartos, pero aún así seguimos al pie del cañón. Porque amamos esto Y porque hay algo de romántico (o masoquista) en seguir luchando aunque el monstruo ni siquiera sepa que estás golpeándole la pierna.
¿Llegará este mensaje a alguien? Seguramente no. Pero, al menos, yo me he quedado a gusto.
Por Manu G Carrasco.