Me vuelves puto loco (y feliz)

Dani Martín: El último grito de una voz que nunca se apagó
Hay artistas que escuchas… y hay artistas que te acompañan.
Dani Martín es, para mí, de los segundos. Tanto él como El Canto del Loco llevan más de dos décadas sonando en mi vida, desde aquellos 15 años que tenía en el 2000 cuando descubrí su primer disco. En ese momento no era consciente de que esas canciones iban a convertirse en parte de mi propio crecimiento. Lo cierto es que me acompañaron en la adolescencia, en los días de instituto, en los primeros viajes con colegas y en esas emociones desbordadas que solo se sienten a esa edad.
Después llegaron los veintipocos, y con ellos Zapatillas (2005). Ya no era un chaval de pupitre, sino un veinteañero con libertad para salir, trabajar, gastarme el sueldo en conciertos y cervezas. Y ahí estaba El Canto del Loco, dándole sonido a esa juventud adulta donde las amistades eran eternas y la vida parecía una fiesta sin fecha de caducidad. "Zapatillas" no era solo una canción: era una declaración de intenciones.

Con los años, Dani Martín siguió acompañándome en solitario, con discos que fueron creciendo a la par que lo hacía yo. Sus letras se hicieron más íntimas, más duras, más humanas… y yo también fui cambiando. Pero siempre había un punto de encuentro: esa forma suya de ponerle melodía a emociones que parecían mías. Ahora, con El último día de nuestras vidas (2024), Dani regresa con un grito que me atraviesa otra vez. Honesto, guitarrero y sin postureo, es un disco que suena a rebeldía y a madurez al mismo tiempo. Tiene la fuerza de sus inicios con El Canto del Loco y la experiencia de alguien que ya no necesita demostrar nada.
"Me vuelves puto loco": la chispa que necesitaba
Entre todas las canciones, hay una que me tiene enganchado: "Me vuelves puto loco".
Es descarada, divertida, un retrato de esas pequeñas locuras que todos hemos vivido por alguien que nos desarma. Musicalmente es fresca, con guitarras juguetonas y un estribillo que se te queda en la cabeza desde la primera escucha. Y a mí, qué quieres que te diga, me hace sonreír de oreja a oreja. Tiene ese espíritu gamberro de El Canto del Loco, pero visto con la ironía de un Dani que ya no tiene veinte años y que sabe reírse de sí mismo.
Es de esas canciones que no pretenden cambiarte la vida, pero sí el día. Y lo consigue. En cuanto suena, me devuelve esa energía que sentía con veinte años en la primera fila de un concierto, pero ahora, con 40, me pilla con otra perspectiva: más calma, más cicatrices, pero la misma necesidad de cantar a pleno pulmón.
Un reencuentro con mi propia historia
Escuchar El último día de nuestras vidas ha sido reencontrarme con todas mis versiones:
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El chaval de 15 años que flipaba con el primer disco de El Canto del Loco.
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El veinteañero que saltaba con "Zapatillas" como si no hubiera mañana.
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Y el adulto de 40 que hoy sonríe con "Me vuelves puto loco" mientras agradece que haya artistas que nunca nos han dejado solos.
Dani Martín no ha vuelto, porque nunca se fue.
Lo que ha hecho es recordarnos que su música —esa que ha acompañado nuestra adolescencia, nuestra juventud y nuestra madurez— sigue siendo la banda sonora de nuestras vidas. Y si hoy fuera "el último día de nuestras vidas", yo lo viviría con este disco sonando a todo volumen, cerveza en mano y la certeza de que, pase el tiempo que pase, seguiremos cantando juntos.
Por Manu G Carrasco.