Barbie VS Oppenheimer: La batalla del marketing

24.07.2023

No me parece arriesgado asegurar, que hace demasiados años que no disfrutamos de un apasionante duelo en taquilla por ver qué superproducción se llevará el premio a la más taquillera del año. Sin embargo, y para la alegría de salas, productoras, aficionados y de toda la industria de la ficción alejada de las plataformas de streaming, esta realidad ha vuelto, al menos, hasta el momento del estreno…

Una sensación agridulce nos recorre cuando, fruto de estímulos externos, terminamos sentados en una habitación, rodeados de altavoces y una pared con luces, con la sensación de no estar disfrutando, de no entender o de pensar que no hemos sabido elegir donde gastar nuestro poco tiempo libre y los euros que nos haya costado esa experiencia.

Después de meses de noticias, teasers, críticas e imágenes filtradas, hemos podido disfrutar en el mismo fin de semana del estreno de dos de las películas del año.

Barbie y su fantástico marketing, el uso de los memes y las modas de internet e Instagram, ha sabido atraer a adultos y adolescentes, al igual que lo supo hacer la ultra rentable "Minions" con sus miles de chavales trajeados disfrutando del acontecimiento y llenando las salas. "Barbie" ha desempolvado más tops y conjuntos rosas qué las últimas tendencias en la moda veraniega.

Tras una excelente crítica que podéis ver en la sección de cine, mi visión es aún más dura sobre uno de los films más decepcionantes personalmente de los últimos años, un desperdicio de talento y tirón mediático que nos deja una película a medias entre un positivo mensaje sarcástico contra el canon de la mujer perfecta e idealizada (Guapa, estilosa, brillante) y con la insalvable presión que recae sobre aquel que persigue este objetivo impuesto. Y el círculo vicioso de las muñecas "Barbie", que en su búsqueda por hacer una muñeca idealizada para cada niña se olvida de representar la verdadera realidad de las niñas para que estas se sientan identificadas.

Si bien es cierto que gran parte de la película nos cautiva con una realidad de fantasía, un humor irónico y unas actuaciones y puestas en escena muy destacables para Barbie (Margot Robbie) y Ken (Ryan Gosling), me parece qué la trama falla en su forma de representar cuál debería ser el objetivo real de la muñeca protagonista, y por ende de todo aquel que busque en ella una inspiración. Incluso cuando parece que alcanza a comprender cuáles son sus motivaciones ideales y el camino a seguir, vuelve a perderse en un mar de tópicos y humor, perdiendo la oportunidad de dejarnos reflexionando sobre lo mucho que falta por normalizar esta realidad.

Por su parte, Oppenheimer sí nos deja una reflexión final, con la que salimos con deberes al salir de la sala. Una pequeña subtrama que se cierra justo al final y nos hace compartir pensamientos con icónicos personajes de la historia. No se queda atrás el ejercicio de publicidad de la última de "Nolan", muy facilitado por la gran acaparación mediática de cualquier film del director, nos hace llegar a la sala de cine con las expectativas y "hipe" de presenciar una de las grandes películas de estos años.

Una película redonda con una historia superpotente y biográfica, una imagen cuidada y la fantástica actuación de Cillian Murphy (J. Robert Oppenheimer) y Robert Downey Jr. (Lewis Strauss), donde nos adentran en una parte de la segunda guerra mundial no tan explorada hasta ahora en el séptimo arte. Sus abundantes tres horas no se hacen pesadas, más allá de una primera parte más densa pero necesaria para conocer la evolución de Oppenheimer, tanto por su crecimiento académico, como sus amistades o amoríos. Los cuales le traerían, a futuro, tanto alegrías y éxitos como dolor y momentos de absoluta impotencia.

Como buena película histórica, requiere que el espectador haga un trabajo previo de cultura general sobre la época, los personajes, el contexto de la segunda guerra mundial, los avances en la física de la época, personajes célebres y contextos políticos. Y eso sin contar con las tramas temporales típicas del Sr. Nolan, que, aunque menos enrevesadas que en otras ocasiones, vuelve a jugar con dos espacios de tiempo para avanzar en la trama y las consecuencias del pasado político y social del protagonista en tiempos de postguerra. Donde la ideología del individuo vuelve al foco del juicio social y profesional, sin importar qué tanto hayamos demostrado luchar por el mismo objetivo en el pasado.

A destacar el ejercicio de tensión ascendente y digna de análisis académico, que realiza "Nolan" en los momentos previos a la prueba Trinity, acompañado de un trabajo de sonido merecedor de un esfuerzo para ver el film en gran pantalla por nuestra parte. A nivel personal me resulta floja la banda sonora y no es comparable a otros trabajos del director, aspecto en el que gana claramente su competencia por la taquilla "Barbie".

Ambas películas son, a pesar de su indiscutible éxito, la representación de que el marketing mueve masas, y que presuponer la calidad de una película antes de verla es un fallo absoluto, qué perjudica tanto a la calidad y disfrute de nuestro visionado como a la aceptación de las obras por parte del público.

Y en esto quiero hacer énfasis: nosotros desde la Cantina somos los primeros en usar nuestra experiencia y gustos para hacer recomendaciones, puntuar o debatir sobre todo tipo de series y películas, tratando de dejar lo más alejado nuestros prejuicios y contaminaciones ajenas a la película: polémicas sobre actores, tramas, directores y demás. Pero jamás debemos olvidar que todo esto se mantiene por intereses económicos y desgraciadamente políticos en algunos casos. Marcas que utilizan su poder para atraernos a películas o usuarios que mezclan sus gustos con su ideología a la hora de ver o calificar. Qué todo esto no arruine lo que para nosotros debería ser poco más que un tiempo de ocio y disfrute, el resultado de gastar nuestro tiempo libre en una sala para salir con una sonrisa, un llanto o un pequeño infarto según la experiencia y género que hayamos elegido disfrutar. Porque esta es realmente la esencia del Cine.


por David Ascaso.